

Dijo Dios:
“Produzca la tierra animales vivientes
según su especie
bestias, reptiles y
alimañas terrestres
según su especie”.
Y
así fue.
Hizo Dios las alimañas terrestres
según su especie,
y
las bestias según su especie,
y
los reptiles del suelo según su especie:
Y
vio Dios que estaba bien.
(Gén.1,24-25)
Todo lo creado
en la naturaleza está al servicio del hombre. Aunque haya
religiones que endiosen a la Tierra, el poder está en Dios
que es el autor de la naturaleza, y no en la propia
naturaleza, que sin Dios no existiría. El sentido de toda la
creación es que el hombre pueda ver a Dios a través de ella,
reconocerle como su creador.
Dios crea los animales
terrestres, que son seres inferiores al hombre que tiene
alma y espíritu a “imagen y semejanza de Dios”. Y ha puesto
todo el mundo animal ante nuestros ojos para enseñarnos la
diferencia entre una vida inferior y nuestra vida en el
espíritu, una vida superior a la de los animales. Así
podemos darnos cuenta que nuestra vida está llamada a ser
vivida en el espíritu y no a nivel de lo animal, de la
carne, como descubre Adán al ver a la Mujer, en el día sexto
(Gén.2.23). (Pág.191).
Conforme las
aves se elevan a un nivel más alto, más cerca de la Luz,
los animales terrestres viven a ras del suelo y ni siquiera miran hacia lo alto, aunque la Luz que llega a
toda la creación llegue también hasta ellos. Ellos caminan
mirando hacia abajo,
no hacia arriba para ver de dónde procede la Luz.
Sirven como
símbolo de todos aquéllos que se limitan a la vida terrenal,
a la vida de la carne, los que no ven que Dios sopló sobre
el hombre un “aliento de Vida”, el alma. Y que el hombre
tiene entendimiento para decidir desde su voluntad y no sólo
desde los instintos, como hacen los animales.
El hombre puede
fijarse en cuál es el comportamiento propio de una vida
animal, según las diferentes especies, desde las fieras hasta
los reptiles
o las alimañas repulsivas. Todos están ante sus ojos. Y de
todo puede aprender, para comprender qué actitud lo rebaja
de su condición de ser espiritual, y cuánto puede reconocer
de la belleza, armonía y actitud de algunos animales, como
el instinto de cuidar de los hijos, lo mismo que la actitud
de aquellos animales amigos del hombre, como la docilidad o
humildad de las ovejas, por ejemplo.
Todo aporta Luz
para que nos conozcamos, rehusemos a la actitud meramente
animal, y vivamos buscando la actitud de los hijos de Dios.
Ése es el hombre creado a imagen y semejanza de Dios.
Como ejemplo la
Biblia nombra entre otros tantos animales, además de la
serpiente símbolo del demonio, la fuerza del búfalo
(Sal.92,10); al ciervo que busca por las aguas (Sal.42,1)
como símbolo de purificación; al cordero como símbolo de la
redención (Jn.1,29); al león como símbolo del poder: “Ha
triunfado el león de la tribu de Judá” (Ap.5,5); o a las
ovejas que escuchan la voz del Buen Pastor (Jn.10,11), etc.
Dios nos está
hablando a través de los animales creados, para que
observando sus actitudes reconozcamos cómo hemos de ser
nosotros, los seres espirituales, los hijos de Dios. No como
“el perro que vuelve a su vómito” (2Pe.2,22) como le sucede
al pecador que después de ser libre de su pecado vuelve a
reincidir sin cuestionárselo siquiera, como un hábito. Por
esto vuelve a decir: guardaos de los perros, guardaos de los
malos (Flp.3,2), y también que
en la
Ciudad Santa es negada la entrada a los perros (Ap.22, 15).
Así mismo nombra
a otros animales, por ejemplo el cerdo, como animal inmundo
(Lv.11,7). Jesús dice: “No deis a los perros lo que es santo
ni echéis vuestras perlas a los cerdos” (Mt.7,6). En el
Apocalipsis están las visiones de las dos bestias con
características de diferentes animales (Ap.13,1ss) y las
langostas (Ap.9,3) entre otros.
Y son numerosas
las veces que en la Biblia se nombran animales para hacernos
ver una verdad de índole espiritual (Sal.50,9-11). Para ello
nos ha sido dada toda la creación, y la Palabra nos la
explica. Ésa es la misión: darnos Luz y que así veamos el
camino preparado para los hijos de Dios.
¿Cómo habríamos
de ver sin todos esos símbolos de la creación, que nos dan
conocimiento para entender lo que Dios nuestro Señor nos
dice para ayudarnos en este peregrinar, y regresemos a Él?
Así podemos comparar, cuando
el hombre actúa con fiereza, con la violencia instintiva,
cuando se arrastra al nivel más bajo como
los animales
que serpean, o cuando vive en la paz, en
mansedumbre; cuando busca ser mejor, purificarse, etc. Si
estudiáramos más de la vida de los animales, nos
sorprenderíamos de cuanto podemos descubrir en cuanto a la
actitud y al comportamiento peculiar de cada
especie.
Y vio Dios que estaba bien.
Y Dios ve que
todos estos animales son útiles al hombre y le aportan el
conocimiento de su propia realidad y del poder de Dios
creador;
su existencia
habría de ser beneficiosa para el hombre, le daría Luz.
Todos estos
animales terrestres son símbolo de aquéllos a los que se
hace referencia en el cuarto país donde se encuentran los
que están fuera de los límites de la tierra prometida, al
otro margen del río Éufrates. Son de los que se nombran
también en el Apocalipsis (como se explica en la pág. 37).
Termina
diciendo, que
vio Dios que estaba bien. Hace como una
separación aquí para ellos, pone punto final a esta primera
parte del día
sexto. Y empieza a describir luego, la creación
de los seres humanos.
Toda la creación
habla, y así lo entendió Job que reconoció a Dios a través
de ella, afirmando:
“Y en efecto, pregunta a las bestias
y
ellas te enseñarán,
a
las aves de los cielos y ellas te lo mostrarán;
o
habla a la tierra, y ella te enseñará;
los peces del mar te lo declararán también”.
(Job.12,7-8)
Todo cuanto nos
rodea, los animales desde las bestias (Jl.2,22), las aves y
peces, todos los vegetales, y hasta la misma tierra, se nos
muestra para además de ver la mano poderosa de Dios, como
signo de un lenguaje de entendimiento que nos enseña a
relacionarnos con Él.
Todo lo creado
hasta aquí ha sido de gracia para el hombre; la finalidad es
que el hombre se salve. El dueño de todo lo creado es Dios.
Todo es suyo. Y al hombre le ha hecho administrador de
cuanto ha puesto a su servicio. Así lo vamos a ir viendo en
el relato del hombre terrenal, que sigue a continuación.